Hoy ha vuelto a aparecer en las noticias la victoria de la Selección española de fútbol en el Mundial del verano pasado, y me he dispuesto a buscar información de la selección en época de la república, y es que la primera vez que España disputó un Mundial lo hizo luciendo la bandera tricolor republicana ya que era la Selección de la República Española. Saltando al campo con su capitán el guardameta a la cabeza, al llegar a mediocampo se situaron allí esperando la salida de su rival. Al instante saltó Italia al campo, se colocaron en línea junto a la selección española, y realizaron el saludo fascista a la grada. Allí estaba Benito Mussolini presidiendo el segundo Mundial de fútbol de la historia.
Intercambio de banderines y sorteo de campo entre los dos capitanes, Ricardo Zamora y Giampero Combi, dos de los mejores porteros del mundo. En aquella época la selección española era considerada como una de las más potentes del momento, y a día de hoy es recordada como una de las mejores selecciones españolas de la historia.
Estamos en los Cuartos de Final de Italia’34 y empieza en Florencia el partido considerado por muchos como una final anticipada. Sin embargo, la selección cae derrotada frente a los anfitriones. Tanto las crónicas de entonces como los recuerdos de hoy coinciden en señalar que la victoria italiana no fue precisamente limpia, y al parecer esta tónica continuó hasta la final, en la que Italia se impuso a Checoslovaquia por dos goles a uno. Numerosos árbitros fueron suspendidos por sus respectivas federaciones a su regreso del Mundial.
Aún coleaba el amaño arbitral cuando la selección de la República Española se enfrentó, el 23 de febrero de 1936, con la de la Alemania nazi, en un partido “amistoso” que no lo era tanto, no sólo por la cercanía de la Guerra Civil o el enfrentamiento ideológico existente, sino también porque España fue el único país que boicoteó las Olimpíadas de julio de 1936 en Berlín, convocando alternativamente unas Olimpíadas Populares en Barcelona.
El partido, ya acordado de antemano, se celebraba tan sólo una semana después de forjarse el nuevo gobierno republicano del Frente Popular en el Estadio Olímpico de Montjuic en Barcelona, ante más de 60.000 espectadores.
El partido, ya acordado de antemano, se celebraba tan sólo una semana después de forjarse el nuevo gobierno republicano del Frente Popular en el Estadio Olímpico de Montjuic en Barcelona, ante más de 60.000 espectadores.
Como de costumbre cada vez que juegan selecciones nacionales, sonaron los respectivos himnos nacionales de ambos conjuntos. Al finalizar el alemán “Canción de Horst Wessel”, los futbolistas germanos saludaron brazo en alto al estilo fascista. La escena fue automáticamente replicada por los jugadores españoles al unísono, todos con el puño en alto, mirando desafiantes a los alemanes.
Se cuenta que aquello llevó la locura a las gradas que jalearon todas las acciones de la selección hasta el final, cuando cayó derrotada 1-2, en un resultado que para todos fue lo de menos.
Se cuenta que aquello llevó la locura a las gradas que jalearon todas las acciones de la selección hasta el final, cuando cayó derrotada 1-2, en un resultado que para todos fue lo de menos.
En aquellos años 30 el deporte fue políticamente instrumentalizado por el fascismo con estos dos hitos principales: el primero la Copa Mundial de Fútbol de 1934 organizada por Mussolini para que Italia obtuviera el título de una forma tan descarada que el árbitro de la final fue expulsado de la FIFA. En segundo lugar, la celebración de las Olimpiadas en Berlín, en las que Hitler buscó exaltar la “raza aria”, aunque el atleta afro-americano Jesse Owens se encargó de dinamitar su propósito.
Dicen que Hitler odiaba el fútbol, pero sabía que este deporte permitía reunir a muchedumbres para atraerlas hacia el nacional-socialismo. Seguramente Mussolini también lo consideraba una formidable plataforma propagandísitica de los principios y valores fascistas.
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