Al igual que hace pocos días, dedicaré hoy una entrada a una gran figura de la historia española; y, por supuesto, esa figura es una mujer: Dolores Ibárruri, llamada también “La Pasionaria”.
Dolores Ibárruri nació en el País Vasco en 1875 y murió en Madrid en 1989. Perteneció a una familia humilde aunque conservadora y católica. En 1910 decide abandonar sus estudios y ponerse a trabajar por motivos económicos pues como decía ella misma: “¿Quién podría costearme los viajes, los libros, la comida, la matrícula?...Me preparaba para servir como criada o casarme y convertirme en la mujer de un minero, la larga historia de mi familia” Y así fue, en 1916 se casó con Julián Ruiz, un minero de ideología socialista con el que estuvo casada 10 años. La mentalidad de su marido y su afición por la lectura la sumió en el mundo marxista y esto cuestionó su mentalidad tradicional y religiosa. Finalmente, consideró que el marxismo era la herramienta ideal para la lucha de la clase obrera.
En 1918 escribió un artículo titulado “El minero vizcaíno” donde utilizó por primera ver el pseudónimo “Pasionaria”.
Su activismo político comienza en la Agrupación socialista de Somorrostro que dio lugar al Partido Comunista (PCE), donde Ibárruri tuvo puestos de gran importancia.
Fue encarcelada varias veces debido a sus discursos.
Durante la II República, destacó como diputada del Partido Comunista por Asturias y, en 1937, fue elegida vicepresidenta de las Cortes Republicanas. Durante este período se convirtió en un mito para una parte de España, siendo famosa por sus arengas en favor de la causa republicana. Suyo fue el lema «¡No pasarán!», acuñado durante la defensa de Madrid.
Finalizada la guerra, se exilió en la URSS desde donde siguió trabajando para el PCE. En 1942, fue nombrada secretaría general del partido y, en 1960, presentó su dimisión para pasar a ocupar el cargo de presidente del partido.
Fue miembro del Secretariado de la Internacional Comunista junto a Georgi Dimitrov, Palmiro Togliatti y Maurice Thorez, entre otros.
Durante la transición democrática tras la muerte de Franco, volvió a España y fue elegida, una vez más, diputada por Asturias en las primeras elecciones, aunque su papel como política fue ya más simbólico que real.
Algunas citas de sus discursos, como «Más vale morir de pie que vivir de rodillas» o su «¡No pasarán!», forman ya parte del imaginario colectivo de toda la Humanidad. Su papel de símbolo popular la convirtió en protagonista de poemas y canciones de Pablo Neruda, Rafael Alberti, Ana Belén y del vals peruano La Pasionaria (compuesto por Alejandro Ayarza) entre otros.
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