domingo, 19 de diciembre de 2010

Valle-Inclán en la República


Últimamente, en clase de literatura estamos leyendo una de las obras más importantes de Valle-Inclán, Luces de Bohemia, en esta obra, publicada en 1920 y revisada y reeditada en 1924, se ve una fuerte crítica social hacia la sociedad de la España de principios del siglo XX.
Ramón María del Valle-Inclán(1866-1936), es un dramaturgo, poeta y novelista español. Formó parte de la corriente literaria denominada modernismo y se encuentra próximo, en sus últimas obras, a la denominada Generación del 98, se lo considera uno de los autores clave de la literatura española del sigloXX.
Este gran intelectual también ha experimentado la época republicana. La situación social y política hace que abandone sus quehaceres artísticos y que apoye a la república española, e incluso se presenta a diputado por la Coruña en las listas del Partido Radical aunque no sale elegido. Se encuentra en los sesenta años de edad. En 1932, el gobierno de la República lo nombra conservador del Patrimonio Artístico Nacional y director del Museo de Aranjuez, pero, por desavenencias con su superior, dimite al poco tiempo. Elegido presidente del Ateneo de Madrid, dimite también al no atenderse sus propuestas de reorganización. Ese mismo año se divorcia de su esposa, la actriz Josefina Blanco con la que llevaba varios años casado. Prosiguen los pleitos para saber quién se queda con la custodia de los hijos. La miseria que lo embarga y lo hace pensar en ciertas ocasiones en regresar a América.

A iniciativa suya, en 1933 se reúne en el Ateneo de Madrid el Primer Congreso de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios. Co-fundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociocaión de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS. El 8 de marzo de 1933 es nombrado director de la Escuela de Bellas Artes de Roma por iniciativa de su amigo el pintor Ignacio Zuloaga viaja a Italia. Ramón regresa de nuevo por sentirse enfermo. Se mantendrá en el cargo poco más de un año, en medio de una pintoresca falta de los más elementales medios de subsistencia, hasta junio de 1934. El 16 de noviembre asiste a la representación de su obra teatral Divinas palabras en el Teatro Español. Regresa a Italia y su vida transcurre sin problema alguno hasta sentir como su salud se vuelve a debilitar de nuevo. A comienzos de 1935 se lo vuelve a ver paseando por las calles de Madrid decaído, pero con buen humor y hablando de su proyecto romano. En marzo de 1935 se retiró a Santiago de Compostela, ingresando en la clínica de su amigo doctor Villar Iglesias. De vez en cuando se escapa del sanitario y pasea por la ciudad con grupos de jóvenes sentado en el Café del Derby, en la mayoría galleguistas. La situación nacional continúa agravándose, el periódico Ahora de Madrid publica el 2 de octubre de 1935 el que será su último artículo: «Mi rebelión en Barcelona (Nota literaria)» sobre el mismo título de Manuel Azaña.

A iniciativa de Victoriano Grcía Martí, se abre en Galicia una subscripción pública para regalar a Ramón un Pazo en octubre a sus sesenta y nueve años. La idea de tal regalo llega tarde ya que el 5 de enero del año 1936, víspera de Reyes, tras negarse a recibir auxilio religioso Valle Inclán muere. El parte a la prensa dice que murió: a consecuencia de un coma rápido, después de una grave enfermedad de vejiga urinaria complicada con carácter de malignidad. Fue sepultado al día siguiente, en una ceremonia civil y en humilde féretro sin esquelas. Sus restos se depositaron en el cementerio civil de Boisaca. Tal y como dispuso días antes de su muerte, en el que precisó que: "No quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo". El escultor Francisco Asorey hizo una mascarilla con la faz de Ramón. Empezaron a partir de ese instante una inumerable cantidad de eventos póstumos.

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