Historia Política y Social
lunes, 17 de enero de 2011
Manifestaciones en pro de la III República
Las manifestaciones por la tercera república son bastante frecuentes, y no siempre se producen en la misma fecha, ya que muy diversas asociaciones -incluso partidos políticos como IU- las convocan con frecuencia. Además, dentro de los distritos donde el alcalde pertenece a un partido de corte o antecedentes más bien liberales, se suelen producir estar manifestaciones.
Por ejemplo, todos los 6 de diciembre, los republicanos se suelen reunir en Sol. ¿Por qué el 6 de diciembre? Porque es el aniversario de la constitución monárquica española. Pero hoy hablaré de la más representativa manifestación republicana de España.
Es un hecho bastante conocido el que una vez al año -como mínimo- las personas de ideología republicana se reúnen en Madrid para manifestarse por la República, pidiendo así la pronta implantación de la que sería la tercera. Todos los años, el 14 de abril, las calles se llenan de banderas que han sustituido su franja inferior roja por una morada, y miles de personas de todas las edades con un ideal común se reúnen en la plaza de Cibeles.
Recorren las calles entonando todos a una lemas como: "Por la III República, Federal, Participativa, Laica y Solidaria" y "Haz oír tu voz, que nadie te mande callar", ondeando la tricolor. Es bastante frecuente, aunque pueda parecer extraño, encontrar personas con banderas comunistas o incluso anarquistas.
Las asociaciones prorrepublicanas que han organizado la manifestación, eligen un representante, que será el que leerá un discurso a la muchedumbre. Las asociaciones más frecuentes son tales como Agrupación Ateneísta “Juan Negrín”, Plataforma de Ciudadanos por la República o Asociación Unidad Cívica por la República, UCR. También es normal que participen representantes de organizaciones sociales y políticas en pro de la República.
Cuando la manifestación llega a Sol, alcanza su punto álgido. Los manifestantes se reúnen en torno a un escenario, generalmente decorado por una gran bandera republicana, y una vez allí, una persona sube y comienza a leer algún relato sobre Galdós que represente las crudezas de la guerra civil. Pero en especial recuerdan el momento en el que los republicanos madrileños se alzaron al grito del "¡No pasarán!" e hicieron frente a las fuerzas fascistas del general Franco.
Y es así, precisamente, como acaba la manifestación, con el gentío dando vueltas alrededor de Sol, bandera alzada, gritando todos juntos un: "¡No pasarán!".
Memoria de la semana del 10 al 17 de enero
Acabamos decidiendo que lo mejor sería que cada una se ocupase de unos determinados puntos de la exposición, ya que así nos pondríamos en consenso y todas participaríamos del trabajo de nuestras compañeras, a la par que complementábamos, con la información que ellas hubiesen podido reunir, nuestros conocimientos sobre la II República española.
Llegadas a este punto, resolvimos que las secciones de la exposición quedasen así divididas:
1. Marta Correa Román: Introducción y objetivos.
2. Patricia Lozano Sánchez: Fuentes y metodología.
3. Chen Chen: Resultados.
4. Marina Gómez Mateo: Dificultades.
5. Marina Díaz Iglesias: Conclusiones.
miércoles, 5 de enero de 2011
Clara Campoamor y el derecho a voto de la mujer en España
Gracias un buen razonamiento, a una retórica excelente, Clara Campoamor defendió los derechos femeninos con su palabra.
Un buen ejemplo de su elocuencia son los siguiente fragmentos que he encontrado de Clara Campoamor:
"Defendí en Cortes Constituyentes los derechos femeninos. Deber indeclinable de mujer que no puede traicionar a su sexo, si, como yo, se juzga capaz de actuación, a virtud de un sentimiento sencillo y de una idea clara que rechazan por igual: la hipótesis de constituir un ente excepcional, fenomenal; merecedor, por excepción entre las otras, de inmiscuirse en funciones privativas del varón, y el salvoconducto de la hetaira griega, a quien se perdonara cultura e intervención a cambio de mezclar el comercio del sexo con el espíritu."
"(...)resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar , a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras". ("El voto femenino y yo". Editorial Horas.Madrid, 2006, pp 107)
Pero sin duda, su discurso ejemplar, fue el pronunciado en las Cortes el 1 de octubre de 1931:
"Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.
Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?
Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del principio –cosa dolorosa para un abogado–, como se puede venir a discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde 1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que, tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en la obtención de este derecho.
Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.
Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española."
Memoria del trabajo en grupo
En su lugar, nos dedicamos a hablar sobre la exposición oral que tendrá lugar dentro de unas semanas. Siguiendo las preguntas dadas por el profesor, intentamos poner en común por qué habíamos elegido La II República como tema y qué objetivos pretendíamos aprender. La respuesta no fue fácil pero al final llegamos a ponernos de acuerdo al decir que nos interesa el sistema republicano debido a su repercusión en el sistema actual, pues nuestro sistema democrático recibe influencias de los años treinta del siglo pasado.
Dicho lo cual, concretamos una fecha de reunion para preparar las cuestiones.
domingo, 19 de diciembre de 2010
Entrevista de Francisco Lucientes a Ramón del Valle Inclán
......
FUTURO POLITICO
Don Ramón se monda el pecho de una tos de noviembre, y dogmatiza sobre la piel de toro:
-Se dibuja en el horizonte nacional la crisis inherente al momento en que funcione la Constitución.
(Hasta aquí su palabra es suave. Y de pronto, D. Ramón, apocalíptico, retumba):
-Y es absurdo, ridículamente absurdo, que alguien haya pensado en una solución socialista. Pero «ezo», ¿qué «ez»? Y en ese círculo vicioso y absurdo, es más absurdo aún que se piense en un gobierno de Largo Caballero. ¡Sería el colmo! Aparte las virtudes que adornen a Largo Caballero, no es posible olvidar que Largo Caballero actúa y actuará -ello es indivisible en su persona- como secretario de la U.G.T. Se da a los Sindicatos Unicos una política de excepción, cuando lo oportuno, al bien de la República, fuera todo lo contrario.
Como decía en los tiempo de Carlos V, «interin» no se logre esto, en España no habrá sosiego.
¡Los socialistas!... Conviene advertir que el partido socialista se llama Partido Socialista Obrero. ¡No hay que olvidarlo! Y no hay que olvidarlo porque el tal partido representa una casta, una casta lo mismo de odiosa que la casta eclesiástica o la militar.
No me explico, no me explico, la verdad, cómo EL SOL ha publicado una información donde, si no defendía, se señalaba sin repulsa un Gabinete Largo Caballero.
¡Están ustedes locos! Si «ezo», «ezo es» lo que hay que evitar precisamente... ¡Sería una afrenta!
Don Ramón se recrea en la pausa y sigue:
-Lo que más me indigna es esa pobre gente que se vanagloría del título de obrero intelectual. No comprendo... ¿Qué eso? Ahora ruedan por ahí tres tópicos horribles: el feminismo, el obrerismo y el americanismo. A mí me subleva la sangre cuando oigo lo de «obrero intelectual». ¡Qué cosas! El intelectual no puede ser obrero. A no ser que sea un faquín a sueldo de un periódico o de una editora. El intelectual crea. El obrero sirve a la creación de otro. Son tan dispares los conceptos de creación y de ejecución, que no hay que unirlos. ¡Pero si la Santísima Trinidad explica esto claramente!
Dios, el Padre Eterno, no es un obrero. Hace el mundo en seis días sin atenerse a la jornada legal de ocho horas. Es decir, crea. Y crea una obra como el mundo, que aunque le parezca mal a Largo Caballero, no es el del todo una birria. Dios, es por tanto un patrono, no un obrero. Y si a lo sumo se puede decir que Dios es un obrero, hay que reconocer que es un obrero, que a los seis días se va del trabajo, se cansa, se convierte en un rentista. Del Hijo tampoco se puede decir que fuera obrero, ya que abandonó el trabajo manual a tiempo, la garlopa de José. Y en cuanto a que es Supremo en el concepto de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo... ¿qué le voy a decir? La paloma extática, para mantener su sello mítico, no ha volado nunca.
-Y ese momento, D. Ramón ¿lo ve turbio o claro?
-Hay indudablemente, una crisis del régimen parlamentario. Reconozco que quien va a las Cortes no siente ante el espectáculo un gran afecto; pero, ¿se puede decir que los anteriores superaban a los actuales? No. Difícilmente, ni ayer, ni hoy, ni mañana, se reunirá una Cámara con menos vicios y más dones del Espíritu Santo que la de ahora. ¡Ya sé yo que no es un delicado paisaje! De la crisis del régimen parlamentario yo puedo hablar mucho porque tal como veo el Parlamento, sí que entra en la afición de toda mi vida: en la literatura.
Hay varios géneros literarios en ruina: la epopeya y la elocuencia. La política española fue siempre elocuencia o no fue nada. ¡Claro que no fue nada! Y yo digo: Sin Homero no puede existir Demóstenes; sin Virgilio, tampoco Cicerón.
Con el régimen parlamentario ha ocurrido siempre en España una cosa divertida. Mientras unos lo superaban, otros no habían llegado. En España indiscutiblemente, este régimen es un postizo. Y de esto de los postizos sí podría hablarle. Recuerdo ahora, dice D. Ramón nostálgicamente, algo que ocurrió en los días postreros de los Reyes Católicos o en los iniciales de Carlos V. Se produjeron al español dos obras de excelente adoctrinamiento espiritual, cuyas lecturas en muchos países hicieron santos, y donde no santos, varones sumamente perfectos: La divina Caligo, de Taulero, y Los ejercicios espirituales del Maestro, de Ekar. Y bien... Estas obras en España sólo engendraron degeneraciones, pecados oscuros del sexo. De ellas surgió un nuevo contagio: el de los «alumbrados».
La Inquisición se alarmó mucho; pero como los tales libros llevaban el «imprimatur» de Roma y la licencia de arzobispos numerosos, no se podían prohibir. Y la Inquisición para suprimir su lectura, recogió uno a uno los ejemplares y los quemó, simplemente, por la consecuencia de la doctrina, como dicen los autos del Santo Oficio.
Algo de esto pasa hoy con los amasadores de la Constitución en sus afanes de copiar leyes extrañas.
......
Fuente: http://www.segundarepublica.com
Valle-Inclán en la República
Últimamente, en clase de literatura estamos leyendo una de las obras más importantes de Valle-Inclán, Luces de Bohemia, en esta obra, publicada en 1920 y revisada y reeditada en 1924, se ve una fuerte crítica social hacia la sociedad de la España de principios del siglo XX.
Ramón María del Valle-Inclán(1866-1936), es un dramaturgo, poeta y novelista español. Formó parte de la corriente literaria denominada modernismo y se encuentra próximo, en sus últimas obras, a la denominada Generación del 98, se lo considera uno de los autores clave de la literatura española del sigloXX.
Este gran intelectual también ha experimentado la época republicana. La situación social y política hace que abandone sus quehaceres artísticos y que apoye a la república española, e incluso se presenta a diputado por la Coruña en las listas del Partido Radical aunque no sale elegido. Se encuentra en los sesenta años de edad. En 1932, el gobierno de la República lo nombra conservador del Patrimonio Artístico Nacional y director del Museo de Aranjuez, pero, por desavenencias con su superior, dimite al poco tiempo. Elegido presidente del Ateneo de Madrid, dimite también al no atenderse sus propuestas de reorganización. Ese mismo año se divorcia de su esposa, la actriz Josefina Blanco con la que llevaba varios años casado. Prosiguen los pleitos para saber quién se queda con la custodia de los hijos. La miseria que lo embarga y lo hace pensar en ciertas ocasiones en regresar a América.
A iniciativa suya, en 1933 se reúne en el Ateneo de Madrid el Primer Congreso de la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios. Co-fundador el 11 de febrero de 1933 de la Asociocaión de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS. El 8 de marzo de 1933 es nombrado director de la Escuela de Bellas Artes de Roma por iniciativa de su amigo el pintor Ignacio Zuloaga viaja a Italia. Ramón regresa de nuevo por sentirse enfermo. Se mantendrá en el cargo poco más de un año, en medio de una pintoresca falta de los más elementales medios de subsistencia, hasta junio de 1934. El 16 de noviembre asiste a la representación de su obra teatral Divinas palabras en el Teatro Español. Regresa a Italia y su vida transcurre sin problema alguno hasta sentir como su salud se vuelve a debilitar de nuevo. A comienzos de 1935 se lo vuelve a ver paseando por las calles de Madrid decaído, pero con buen humor y hablando de su proyecto romano. En marzo de 1935 se retiró a Santiago de Compostela, ingresando en la clínica de su amigo doctor Villar Iglesias. De vez en cuando se escapa del sanitario y pasea por la ciudad con grupos de jóvenes sentado en el Café del Derby, en la mayoría galleguistas. La situación nacional continúa agravándose, el periódico Ahora de Madrid publica el 2 de octubre de 1935 el que será su último artículo: «Mi rebelión en Barcelona (Nota literaria)» sobre el mismo título de Manuel Azaña.
A iniciativa de Victoriano Grcía Martí, se abre en Galicia una subscripción pública para regalar a Ramón un Pazo en octubre a sus sesenta y nueve años. La idea de tal regalo llega tarde ya que el 5 de enero del año 1936, víspera de Reyes, tras negarse a recibir auxilio religioso Valle Inclán muere. El parte a la prensa dice que murió: a consecuencia de un coma rápido, después de una grave enfermedad de vejiga urinaria complicada con carácter de malignidad. Fue sepultado al día siguiente, en una ceremonia civil y en humilde féretro sin esquelas. Sus restos se depositaron en el cementerio civil de Boisaca. Tal y como dispuso días antes de su muerte, en el que precisó que: "No quiero a mi lado ni cura discreto, ni fraile humilde, ni jesuita sabiondo". El escultor Francisco Asorey hizo una mascarilla con la faz de Ramón. Empezaron a partir de ese instante una inumerable cantidad de eventos póstumos.
Memoria de grupo de la semana del 13/12 al 19/12
Marta Correa ha explorado esta semana sobre el proyecto cultural de la república. Y nos ha ofrecido muchos datos concretos. Durante los 12 primeros meses, la gaceta se convirtió en un tratado de pedagogía. Todos simpatizaban con formar una escuela laica y gratuita, aunque no bastaba con construir edificio, había que formar de una manera nueva al frofesorado. Manuel Puelles Benítez sostiene que entre 1922 y 1931 se crearon 8,665 plazas de maestros, es decir, un promedio de 962 maestros mientras que durante toda la república se crearon 3,232 plazas de maestros por año. La laicidad de la educación(como se refleja en la constitución de 1931) supuso una oposición con la iglesia española( tal y como se trata en el trabajo correspondiente a Patricia Lozano).
Patricia Lozano sigue investigando sobre la conflictividad social y esta semana ha tratado el tema de la mujer, buscando diferente información sobre la lucha de la mujere para conseguir la igualdad ante el hombre. El artículo 40 de la nueva constitución hacía posible esta igualdad. Ante el tema del voto, las elecciones de 1933 fueron las primeras elecciones donde la mujer participaba. Sin embargo, en el año 1939 todos estos logros que habían conseguido, se acabaron.
Marina Gómez ha leído el libro El clero en madrid durante la segunda república, de José Luis González Gullón. El clero español de la II República tenía una fuerte identidad. Su labor para con Dios era un fuerte elemento de unión. No cambiaron su manera de pensar respecto a jerarquías eclesiásticas cuando los republicanos llegaron al poder. Sin embargo, a la hora de definir lo que era o debía ser un sacerdote, los pensamientos se dividían en dos vertientes, siendo estas la regular y la secular. La primera era más social, mientras que en la segunda se reunían los presbíteros que preferían relacionarse con personas de su misma condición. Respecto a las maneras de ascender dentro del seno de la Iglesia, no había dudas, pero al investigar los trabajos de cada clérigo nos damos cuenta de la disparidad de temas a los que se dedicaba cada religioso.La segunda república fue vista por los clérigos como un elemento desestabilizador, y siempre la observaron con recelo, teniendo en cuenta las amenazas anticlericales que pronunciaron anteriormente las personas que ocuparon el gobierno provisional, además, la aconfesionalidad del Estado, promulgada en la constitución vigente de aquellos años, no hizo más que preocupar más a los seglares. A todo esto hay que sumar la quema de conventos producida el 11 de mayo.Los clérigos tuvieron ideas políticas, ya que siempre han sido un sector acostumbrado a influir dentro de las decisiones del Estado, sin embargo, durante la II República, estas opiniones políticas por parte del clero fueron más privadas que públicas. Por tanto, los religiosos no estuvieron afiliados a ningún partido político ni mantuvieron una estrecha relación con algún político de la época.
Marina Díaz ha investigado sobre el programa del Frente Popular (Enero de 1936).Los partidos republicanos Izquierda Republicana, Unión Republicana y el Partido Socialista, en representación del mismo y de la Unión General de Trabajadores; Federación Nacional de Juventudes Socialistas, Partido Comunista, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista, sin perjuicio de dejar a salvo los postulados de sus doctrinas, han llegado a comprometer un plan político común que sirva de fundamento y cartel a la coalición de sus respectivas fuerzas en la inmediata contienda electoral y de norma de gobierno que habrán de desarrollar los partidos republicanos de izquierda, con el apoyo de las fuerzas obreras, en el caso de victoria.
Yo, Chen Chen, aunque sea conservadora, sigo trabajando con la evolución política. Como tres de mis compañeras ha mencionado la constitución de 1931 en sus trabajos, he informado acerca de esta constitución, que fue aprobada en diciembre de 1931. Esta Constitución, de marcado carácter democrático y progresista, contenía una amplia
declaración de derechos y libertades, otorgaba el voto a las mujeres(como lo que ha mencionado Patricia en su trabajo), establecía la
separación Iglesia-Estado(correspondiente con la laicidad de la educación que ha tratado Marta), el matrimonio civil y el divorcio, además de la igualdad de
todos los ciudadanos ante el derecho a la educación y al trabajo. Reconocía la división
de poderes: por un lado, el poder legislativo residía en las Cortes, unicamerales y cuyas
atribuciones estaban por encima de las demás instituciones; el poder ejecutivo recaía en
el Consejo de Ministros y en el Presidente de la República, elegido por el Congreso de
los Diputados y por unos compromisarios, mientras que sus competencias eran
limitadas y estaban bajo el control de la Cámara; el poder judicial se confiaba a jueces
independientes. Se preveía la expropiación forzosa de la propiedad por causa de utilidad
social. En cuanto al Estado, era un Estado integral pero compatible con la autonomía de
municipios y regiones.
He aquí los descubrimientos de nuestro grupo de esta semana, espero que sean útiles para todos. Y, con motivo del acercamiento de la navidad, os deseo una feliz navidad, que os divertáis mucho y que trabajéis mucho. : )